jueves, 18 de noviembre de 2010

La ascensión.

Animado subía las escaleras el azaroso destino de M. seguido de los pasos del mismo; de quién hablaba la gente que se le avistaban síntomas de ansiedad, de que andaba algo abstraído M. en estos últimos meses.

Ajeno como siempre a todo, M. jugaba a imaginar qué hallaría al final de su ascensión, y así; aumentando la anchura de sus zancadas a cada paso; se acercaba más y más a la desconocida pero anhelada meta.

M. era de sudar mucho siempre. En casa era bien sabido que los días en los que había sopa para comer, M. era siempre el último en acabar pues su sudor le llenaba el plato una y otra vez. Parecía mentira que no se diera cuenta de ello pero así era por exagerado que parezca. Una vez estuvo horas con el mismo plato sin percatarse que lo que se llevaba a la boca era su propio sudor, una y otra vez. En cambio en esta ocasión, a pesar de la emoción y del esfuerzo físico que significaba ir dejando los ya incontables peldaños atrás, no le caía ni una gota de sudor a M., pero tan exaltado como estaba no dio cuenta de este particular hecho y siguió avanzando sin pausa por la tremenda escalera.

-Ya queda poco, ya queda poco- se decía a sí mismo en modo de ánimo; y fue entonces que a la mitad del camino, M. paró de golpe y se quedó quieto en medio de la inacabable escalera. Por una vez en la vida puso atención a lo que estaba haciendo, y parado como estaba giró sobre sí mismo como quién busca algo. Miró alrededor y se preguntó qué era lo que estaba haciendo allí, e intentó recordar el porqué de las ansias de llegar. Y no sólo eso, sino que se preguntó también qué era y dónde estaba esta escalera infinita. Confundido, no supo encontrar una buena respuesta, y se preguntó entonces si valía la pena seguir subiendo, o si por el contrario lo que tenía que hacer era bajar y volver a casa en dónde de bien seguro le deberían estar esperando. Pero sin saber porqué, la idea de bajar le aterró. Intentó recordar vehementemente en qué momento empezó a subir la escalera pero no halló recuerdo de ello.

No lo recordaba, él simplemente la subía. Quizá fuera por haber subido tanto, que ya no recordaba el primer peldaño. Quizá estuviera soñando. ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde el primer escalón? Tal vez habría enloquecido sin darse cuenta. Todo esto formaba parte de los pensamientos desordenados que se abultaban en su cabeza.

Dirigió su mirada repetidas veces tanto arriba como abajo y pensó: –Ya que he llegado hasta aquí, debería al menos acabar de subir todos los peldaños y así, si no encuentro nada arriba, siempre puedo volver. Pero también es verdad que estoy un poco cansado… Podría recogerme sobre mis pasos y llegar a casa directo sin mayor preocupación…- aunque instintivamente, esta segunda opción le parecía terrorífica.

Mientras, seguía de pie mirando por el hueco de la escalera ahora. No se veía absolutamente nada. No había reparado M. en la oscuridad envolvente que rodeaba toda la escalera. Únicamente si ponía mucho empeño en forzar la vista, llegaba a ver una pequeña luz arriba del todo. Así que sin quedarle más remedio, llegó a la conclusión de estar soñando.

Pensó: -Si no recuerdo cómo empecé a subir la escalera, ni porqué, ni qué me espera arriba, ni dónde estoy, es que debo de estar soñando- así que para salir de allí, puesto que ya le empezaba a parecer cansino el sueño, decidió coger carrerilla y saltar por el vacío del hueco de la escalera, pero al tirar hacia atrás por el peldaño, notó un crujido espeluznante, a lo que se volvió rápidamente sobresaltado. Pisó unos huesos, agudizó la vista y vio que había un esqueleto de forma humana allí sentado en la escalera y se sobresaltó.

-¿Y este?, ¿Qué Diablos hace aquí?- Sin saber porqué le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo y pensó que tirarse por el hueco quizá no fuera tan buena idea.

Al final, desconcertado y agotado tomó una decisión. Cogió el paquete de cigarros del bolsillo, le prendió fuego a uno y aspiró hondamente mientras se sentaba justo al lado del esqueleto. Y cuando dejó ir el humo le vinieron fugaces recuerdos que se diluían entre los dedos esqueléticos del mismo.

Se vio enfundado en una bata de las que te dejan el culo al aire, estaba en una camilla de hospital, su mujer le asía la mano mientras escuchaba con los ojos vidriosos al médico. Éste a su vez les daba la noticia: - Más vale que se despida de su mujer, y que muestre serenidad delante de sus hijos. Si quiere un sacerdote no tiene más que decirlo-.

Se quedó patidifuso M. con este recuerdo, y ya con plenas facultades y temiéndose lo peor miró la cajetilla de cigarrillos y leyó: Fumar puede matar.

sábado, 13 de noviembre de 2010

11 de novembre de 2011

[Meeeeeeec]

-¡Següeeeent!-

-Jo mateix, sóc el 12.330-

-¡I ara què és el que dius!, ¡No pot pas ser!, ¡Valga’m Déu Senyor! És increíble… ¡Un altre cop igual! No es pensi eh que és el primer cop, cregui’m que ja passa. Em poso a pitjar el botó com una boja i no em dono ni compte ¡12.330!, ¡Qui ho havia de dir!, ¡Ara! He de dir que feia temps que no tenia una marca tant bona-

[El client perplèx no acaba de donar crèdit, però està content perque al final li ha arribat el torn]

-Si no fos perque tinc una cita molt impotant no m’haguès queda’t esperant no cregui. No és que desitgi mal a ningú, però la cita aquesta és de vital importancia... El que li diré ara potser sembla molt egoísta, però li he de dir que he tingut sort que ja fa cosa d’uns dos mil números que la cua s’ha alleugerit, ha anat més depressa ja que la gran majoria era gent gran que, de tant esperar, ha acabat morint de vells. Miri, no sé si és delicte però he agafat uns quants ossos per fer el caldo i tot-

[El client li ensenya una bossa on té els restes de la gent que posarà a la olla]

-¡Ai, ai!, ¡Deixa!, ¡Si ho fas no m’ho expliquis home que no les vull saber jo aquestes coses!, ¡Mare de Déu Senyor!-

[I fent el senyal de la creu demanà al client què volia]

-Sé que aquesta és la millor xarcuteria de la ciutat, ja li dic que normalment no tinc tanta paciencia, i que si em trobès en una situación ordinària, haguès marxat ja feia dies, però aquesta cita ha de sortir perfecte. Dongui’m els dos filets més tendres que tingui si us plau-

-¿Què és, per una noia oi?-

-La meva vida és en joc. Estic totalment enamorat i aquest sopar és la única bala que tinc. No n’hi ha més a la recàmara-

[Mentre selecciona els filets, la xarcutera dóna consells al nostre protagonista, el seu nom és M.]

-Doncs si diu que és tant important, més val que s’afaiti i es renti una mica, que han hagut de passar dies i nits per arribar al 12.330-

-Potser sí que m’he de rentar, però la ferum que sent, és de la clientela que no ha sobreviscut-

-¡Ai pobres!, ¡Miri que n’arriba a ser d’escabròs vostè! Vostè rentis i posis guapo i deixi als morts descansar en pau-

[La xarcutera li dóna els filets i M. li dona els diners]

-¡Adéu bon dia!-

-¡Adeú adéu xicot, i que vagi bé aquesta cita tant important!-

[M. sorti de la xarcuteria i s’adonà que tant temps que havia passat allí dins fent cua li havia perjudicat l’ànim, i no es notava tant xicot com la xarcutera deia.

De sobte es va espantar. Tenía la sensació d’haver-hi estat mesos sencers esperant el seu torn, i de seguida mirà el rellotge]

-És dia onze… [Fent un esforç per recordar, cau en compte de que la cita era aquella mateixa nit, i que si no s’afenyava li donarien les onze que és la hora en la que havien quedat]… ¡M’he d’espavilar!-

[Estalviarem al lector tot el procediment de preparació de la vetllada, no cal dir que va posar especial atenció en la decoració, tampoc cal esmentar que tregué la coberteria de plata, les copes bones que només feia servir per Nadal quan convidava a la familia o als amics i unes espelmes aromàtiques que li havien assegurat que tenien efectes afrodisíacs. No cal dir que la mil·limetració de cada detall elevaven l’escena a un alt nivell de perfecció]

[Tot, absolutament tot era apunt, cada detall, per petit que fos estava controlat i ara teníem a M. ja ben afaitat i com es diu en castellà, acicalado, esperant la seva enamorada]

[El lector es pot imaginar el grau de desesperació, tristesa i melancolía quan M. encara jeia a la taula, amb el sopar fred vora les tres de la matinada]

Final alternatiu:

[El que no havia tingut en compte M. és que els mesos que li havien semblat passar a la cua de la xarcuteria, eren la suma dels dotze que té l’any. M. arribà un any tard a la cita, i quan s’hi va donar compte, la que havia de ser la seva xicota ja era casada i esperaba un nadó].