miércoles, 28 de octubre de 2009

Retorno

Vuelvo a los orígenes, a cuando leía y releía a Henry Miller y Charles Bukowski. Tarde o temprano debía pasar, es la gotita que siempre queda cuando al acabar de mear te la meneas. Vuelvo, agradecido del viaje hacía mundos oníricos de corto alcance; mis cuentos cortos quedan por el momento abandonados.
Así que retorno al principio, mi constante de elasticidad me ha permitido conocer mundos dispares, y ahora, a la hora del festín, ahora que es el momento de sacrificar a los mejores cerdos y vestirnos con las mejores ropas, vuelvo contento y dichoso a mí mismo, ya que es la única manera en la que quiero y puedo escribir. Podría ir más allá ya que el concepto de escribir veo que se queda corto, con esto quiero decir, que es así como quiero vivir. ¿Cómo? Untándome de entropía. Y es que la contracción ha sido tan fuerte, que he vuelto al inicio justo de toda esta mandanga, estoy en el momento cero de la creación. Ahora voy tirando, llevo mes y medio estudiando y trabajando, me levanto a las seis y media de la mañana, para que con pereza me dé tiempo a llegar a clase al cabo de dos horas. No acostumbro a salir de la cama hasta que no ha pasado una hora desde que sonara el despertador. Es curioso que en la época de mi vida en la que menos duermo, recuerde con más claridad y frecuencia los sueños. Recuerdo uno en particular, y la verdad es que no podía ser más agradable, yo era jovencito, muy niño, y con una alegría desbordante, abría los regalos de navidad. Hete aquí; un despertador de los de antaño, se veía bueno y caro, y justo al lado, un tremendo martillo, para que pudiera deleitarme. Recuerdo que entonces me sentí poderoso, mucho más de lo que pudiese sentirse Thor con el suyo. Pero solo durante el transcurso del día siguiente me doy cuenta de cuan equivocado estaba respecto al ahora maldito regalo; este regalo, el de poder destrozar un despertador, era una flecha envenenada. Estoy seguro de que me consumiría lentamente con su poder. Nunca podría dejar de querer romperlo y al mismo tiempo nunca podría romperlo, el fin; acabar con él, sería renunciar al placer de hacerlo. Siempre he tenido más imaginación que memoria, así que el hecho de poder destrozarlo cualquier día, era mucho más placentero que destruirlo directamente. Qué más da esto ahora, lo que se está apunto de echar a perder, son mis nervios, y cuanto más al límite, más me divierto. No confío mucho en tener una larga vida. Intensa sí, pero larga nunca lo creí.

jueves, 1 de octubre de 2009

Reflejos

Marcos no había hecho nada más aparte de estudiar libros, libros y más libros. Nunca jugó con los demás chicos de su edad, nunca cogió de la mano a una chica, ni pintó un cuadro jamás. De la música solo había leído, nunca antes la escuchó. Pero estaba él satisfecho de sí mismo, pues sabíase como a un genio.

Pensaba el niño estar preparado para enfrentarse a cualquier situación, y salir victorioso. Así que cerró los libros y salió de casa. Se fue al parque a jugar con los demás críos de su edad. Iba tranquilo pues se conocía el reglamento de memoria, sabía de tácticas y estrategias, pero la práctica es una cosa bien distinta, y la primera vez que pudo tocar el balón, al pisarlo se resbalo y se dio de bruces contra el suelo rompiéndose la nariz.

Supo recomponerse, y díjose a sí mismo:

-¡Vaya!, ¡Qué mala pata!, ¡Bueno, un pequeño desliz lo puede tener cualquiera. Y el hecho de que se rían es normal, ¡Menudo batacazo me he metido!, que tontería, en fin voy a probar con otra cosa-.

Y al salir del parque vio un cartel anunciando un concurso de pasteles dos calles más abajo.

-¡Esta sí es mi oportunidad!, ¡Conozco de memoria miles de recetas!, ¡Ahora sí que demostraré que estudiar da sus frutos!-.

Y más contento que unas pascuas se dirigió hacia la casa donde se celebraba el concurso. Tras hacer laboriosamente, tal y cómo los maestros decían en sus libros, su pastel; notábase ganador. Pero ante su sorpresa e incredulidad, vio cómo se premiaba la originalidad, y lastimeramente, él carecía de este factor, pues su receta era bien conocida por todo el jurado, así que el veredicto fue bastante duro, y tildándole de simple y mediocre imitador le echaron del lugar.

Más allá de venirse abajo, admitió su derrota; pues al fin y al cabo como bien dijo, tenían toda la razón. Sabía que no había hecho nada nuevo.

Púsose a buscar entonces otra cosa en la que ser genial.

-Si se de todo, ¿Cómo es posible que lleve cero de dos? Ahora las cosas solo pueden salir bien pues las malas rachas no son eternas, y esto está claro que ha sido mala fortuna, primero me resbalé con el balón, y luego el jurado valoró… Bueno, valoró lo que valoró, ¡Pero seguro que de sabor, mi pastel era el mejor! A mí desde luego me gustaba… ¡Ajá!, ¡Ya sé!, ¡Ya es hora de conquistar a una buena moza!, ¡Bien!, ¡Aquí sí que es imposible fallar!- decíase a sí mismo.

Lo que no sabía Marcos, es que en estos tiempos que corren ya no se destilan las ocurrencias y sentencias que pudo él leer en sus novelas románticas, y cuando empezó a hacer la corte a la primera chica que se cruzó en la calle, ésta pobre se puso a reír de tal forma, que todos los viandantes se giraron en la misma dirección, y al verle actuar y hablar de aquellos modos, pusiéronse todos a reír también.

La chica se le acercó, casi llorando, y le pidió que dejara de hacer el ridículo lo cual no sentó bien a Marcos, y sin comprender el porqué, se fue indignado y pensativo del lugar, alejándose del pueblo y acercándose penosa y vagamente hasta el riachuelo.

Por supuesto que Marcos era un experto en espejos y reflejos, como también lo era en deporte, cocina y en el arte de la seducción, pero como en todo, solo conocía la teoría. En su vida había visto Marcos un espejo, así que al asomarse al río y ver el reflejo, entendió porque era burlado de tal manera por todos; supo que aunque hiciera las cosas bien, aunque fuese el mejor, nunca le aceptarían porque era diferente.

Y pensando en los prejuicios, Marcos se quedó pasmado mirando al cocodrilo que poco a poco se acercaba, y sin tener tiempo para reaccionar, fue masticado y engullido por lo que él pensaba que era su reflejo.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Doce de diciembre

Ya noté algo raro al despertarme hoy. Tuve el mismo dolor en la cabeza que ayer. Podría haberme levantado hacía ya horas, pues ya estaba despierto, pero como ayer, me quedé tumbado en la cama, tratando de engañar al dolor con posturas cada vez más raras. Como ayer.

Entonces me levanté, renqueante, y al salir de la habitación me tropecé ¡Otra vez! Y es que cada mañana me doy con la misma pata de la mesa, en el mismo dedo del pie, el meñique ¿Por qué me da la sensación de haberlo vivido ya todo? No diré que lo viví el pasado doce de diciembre por ejemplo. ¿Acaso puedes decir que el cinco de mayo, soñaste que gracias a ti, tu equipo ganaba la copa del mundo? Pues igual me pasa a mí ahora. Sé que lo he vivido. Y más de una vez. Pero el cuándo empezó este siniestro bucle, no señor, no puedo decírtelo porque no tengo ni la más remota idea.

Al bajar a desayunar, sé que en la cafetería no tendrán cruasanes de chocolate, que los están haciendo. Así que como ayer me pediré una madalena para acompañar al café. Me lo dice la panadera con solo entrar: -Los cruasanes se están haciendo, pero si quiere le pongo lo mismo de siempre, que se ve que le gusta, ya son tantos días. Señor- Dije que sí, y me pusieron un café y una madalena.

Al coger el periódico, veo la misma portada de ayer, escombros en un país lejano, el ídolo deportivo de nuestra nación sonriendo, y los políticos acusándose unos a otros. Así que como ya me las sé, las noticias, cierro el periódico y me voy del lugar.

Y al mirar al cielo me doy cuenta de que vuelve a ser navidad. Otro día de navidad, como tantos otros. O al menos eso dicen las luces que cuelgan de farolas y árboles. Es una navidad eterna, pues juraría que ya hace meses que están colgadas.

Quizá es que, como cada año, adelantan el momento de poner los adornos, y eso los cuelgan antes. Habrá un año en el que ya ni siquiera los quitarán. Y a partir de allí, siempre será Navidad.

Pero dudo de que sea este el caso, para ser sincero me siento atrapado, hay algo confuso en todo esto, siento y creo que pienso lo mismo cada día. Me levanto doliéndome la cabeza, con el mismo pie, que es el mismo que me lastimo al salir de la habitación, y el café siempre está a la misma temperatura. Parece como si no avanzásemos, que día tras día pasase siempre lo mismo. Que hoy es el ayer, el anteayer y el mañana.

¡Ay, pensar en esto me asfixia, estoy seguro de haber hecho y pensado todo esto con antelación!, ¡Me mareo! Poco a poco me va costando más y más respirar. Reconozco esta sensación, ya la he tenido anteriormente, me estoy ahogando, necesito hablar con alguien, y preguntarle donde estamos, y lo más importante, cuándo. Recuerdo el empezar a sudar también, como ahora, y la angustia, esto también lo he vivido. Así que medio desmayándome, mareado, paro al primer viandante, un hombre mayor y feliz, y casi sin aliento le pregunto; -Buen hombre, podría decir… Podría decirme, ¿Cuándo llegaremos al final?-

En el mismo momento en que le hice la pregunta, la encontré absurda, desde luego no era eso lo que le quería preguntar, pero él, el hombre más alegre del mundo, me dijo, siempre con la sensación de haberlo oído ya: -¡Jajaja!, ¡Marcos!, ¡Le diré lo de siempre, lo mismo que le dije la primera vez, pero no se me vuelva a desmayar, eh!: ¡Ya nunca!, ¡Yo tan siquiera debería de seguir vivo!, ¡Pero hombre!, ¡Por favor, no me haga de nuevo el numerito!, ¡Marcos!, ¡Marcos!-

En ese instante yo ya solo podía escuchar los lejanos ecos de los gritos de mi contertulio, la visión se me nublaba exponencialmente, le veía a él, intentar agarrarme, enderezarme de alguna manera, el mareo se agudizó, y en cuestión de segundos quedó todo difuminado.

Al despertarme, justo al despertarme, el médico me dijo: -Tiene usted suerte, Marcos. A pesar de la contusión, está y estará usted bien, no se preocupe. Le mandaré a casa, como cada día. Y muy a mi pesar estoy seguro de que mañana le volveré a decir lo mismo-.

Medio aletargado conseguí entender sus palabras pero no comprender lo que me decía.

-Marcos, ahora escúcheme bien, por favor, trate de recordar. Haga un esfuerzo. Yo lo que tengo que hacer es venir a trabajar como cada día, pero usted seguro que tiene cosas más importantes que hacer que yacer inconsciente durante todo el día en una cama de hospital. ¿Sabe porque estaba yo aquí cuando usted se despertó? Porque no es la primera vez que viene. Sé el momento exacto en el que se cae en la calle, el minuto en el que me lo traen aquí al hospital, sé el número de puntos que le tengo que aplicar, y el segundo en el que se despierta. Hay gente a quién le gusta vivir así, como el hombre que le trae aquí cada día, se ve que ya le está bien, pero a mí me gusta curar a mis pacientes, y me es imposible si siempre se desmaya a la misma hora. No avanzamos Marcos, se lo pido por favor, atiéndame; mañana por la mañana no se apure, que no le entre el pánico, ¡Todo le será mucho más fácil, e incluso es posible que pudiera cambiar algo, que la angustia le desapareciese si se da cuenta de que vive en una repetición!

lunes, 7 de septiembre de 2009

La locura del amor

Apareciste, viniendo a mí
Aunando todos mis deseos,
Lo que alguna vez amé y soñé.
Y ahora me tienes preso.

Mas me gusta el suave olor de los barrotes.
Huelen bien. Son frescos.
Es la fragancia de la demencia.
Hechos de líricos pétalos delicados,
Por quienes aún corre el agua.
Rojos sangre, rojos vino.

Pasión.

Muero pues tocarlos no puedo,
Ojalá pudiera.
Estoy excitado, es el olor de la jaula,

El olor de tu gélido y azul aire soviético.
Vienes de las montañas y las estepas, hija de la madre tierra,
Con la piel fina y la sonrisa triste.

Fría.

Rio, lloro, tiemblo y apenas duermo.
Salto, canto, bailo y chillo.

¡Libérame!

Doy vueltas y más vueltas.

¡Ay, amor!

Tú, incrédula y devota,
Y yo, loco sin razón.
Dame una sola sonrisa,
una sonrisa y una palabra dulce;
y yaceré tranquilo.

¡No sin antes haberte amado!

Antes, durante y después.
Siempre.
Con brava furia española y suave delicadeza catalana.

Saldré de este desasosiego,
Abrazando, comiéndome los pétalos,

Tocándote y besándote.

lunes, 24 de agosto de 2009

Trópico

Todo iba xupiriflástico en villa Maravilla. No había una nota desafinada en la calle Castañer, paradójicamente, desde el principio no hubo sino orden. Hasta los excrementos parecían oler bien. Todo estaba clasificado y distribuido por colores, tamaños y sabores. Todo lo que se dejaba de usar, inmediatamente volvía a su sitio, y ni una mota de polvo en toda la casa había. Mis padres estaban orgullosos de nosotros. Tenía un horario marcado, del colegio a casa y de casa al colegio sin apenas excepciones, y la verdad es que con ello tenía bastante. Algunas tardes de fin de semana solía ir a casa de Robert para hacer unos vicios, a ambos nos gustaban las consolas y el fútbol. Hablábamos de chicas también, recuerdo a su hermana con total claridad. Una hermosa rubia a quién espiábamos por el ojo de la puerta, bueno no exactamente; Robert se quejaba y llevaba las manos a la cabeza en una mezcla de conmoción y enfado mientras era yo quién la miraba y la memorizaba, me encantaba que mientras se sabía espiada se recrease en sus movimientos, siempre estaba bailando y coqueteando. Pero de quién estaba enamorado realmente era de Blanca, la chica más bonita y pelirroja de la clase. Hay algo en las pelirrojas que me atrae. La vida funcionaba a la perfección y el aire se respiraba limpio. Por aquél entonces, absolutamente todo estaba en su sitio. Tic, tac. Parecíamos suizos y por ello tenía un sinfín de ganas de visitar ese país. Para ver la aldea del orden, me lo imaginaba totalmente pulcro, verde, ancho. Los suizos eran para mí los últimos hombres, los que la evolución debería seleccionar para un mundo mejor. Neutralidad y sobretodo equilibrio. Era mi maná, cuando no me encontraba muy bien o no entendía algo, el simple hecho de pensar en Suiza me alegraba al instante. Si alguna vez tuvieran que encontrarme, de bien seguro que pasearía por alguna de las calles de Berna, Biel o Chur.

lunes, 2 de febrero de 2009

DANIIL Y LA REUNIÓN.

Daniil iba a casa de sus abuelos como el condenado que ha de cruzar la milla verde, cabizbajo y sin aliento de esperanza alguno. Consideraba que eso sí era la crónica de una muerte anunciada, sabía que su empresa no resultaría y se preguntaba a sí mismo si realmente era necesario molestarles a todos.

-Aniuska siempre quiere que todo salga según lo previsto, pero no hay previsiones favorables respecto a los pisos. Debería entrarle en la cabeza de una vez... Aunque en cierto modo no le falta parte de razón, llevamos ya más de cinco años juntos ¿Cuánto más deberíamos esperar? Ya toca empezar a pensar en formar nuestra propia familia, nos veo capaces, soy un tío serio yo, no como mi hermano por ejemplo que ni se puede valer por sí mismo, yo tengo un trabajo estable, ella es profesora, y con los pisos podríamos mantener a un chico ya, y es cierto que si esperamos mucho más no nos disfrutaremos igual, tanto los niños como nosotros como padres. Lo que pasa es que a veces dudo de que pudiera ser una buena madre, o que lo que ganara como madre lo perdiera como esposa, si hay algo claro es que es frágil, y si no estuviese conmigo no encontraría a nadie capaz de aguantarle sus ataques de histerismo… Aunque mirándolo bien, ¿Quién me va a querer a mí más qué ella? Estamos hechos tal para cual, ¡Si ha sido la única mujer en mi vida!, no tuve ni una amiga hasta que la conocí. Saca lo mejor que hay en mí eso está claro, ¡Y qué Diablos, ni que nadie fuese perfecto!, ¿Qué tiene bajones de vez en cuando?, ¡Y quién no los tiene hoy en día!, Si vivimos en un mundo cada vez más loco… En fin, debo empezar a pensar la manera de cómo sacarle el tema a mi abuela… No es fácil, ¿Con qué derecho me planto allí y les digo que me den lo que me tocaría de herencia, que ya me he cansado de esperar?, además, si acceden, saltarán todos, seremos la piedra detonante de la familia… Piénsalo bien, todos los hijos querrían su parte, habría un conflicto de tres pares de narices… No sé porque me dejo enredar de esta manera, le debería haber pedido un poco de paciencia… Espera un momento… ¿Y si tuviéramos el hijo sin tener los pisos? Está claro que deberían ayudarnos, sería una iniciativa suya y nadie se quejaría puesto que es algo bonito ¡El niño distraería la atención y todo fluiría como por orden natural!, ¡Sí, sin duda!, ¡Hete aquí la solución!, ¡Es mucho más sensato!, ¡Se lo voy a proponer a Aniuska de inmediato!- (Todo esto pensábalo mientras le asomaba una sonrisa de oreja a oreja por la última conclusión, y sin darse cuenta ya estaba en casa de su madre, ya dijimos que vive anexionada a casa de los abuelos, que es dónde iba en un principio a hablarles de los pisos).

Llamó al timbre y esperó. Fue Aglaya quién le abrió.

-Hola Señorito Daniil- dijo con una sonrisa encantadora- su madre estará contenta de verle. Siempre me dice que no viene lo suficientemente a menudo, ¿Cómo está la señorita Vegoff, debe de estar corrigiendo exámenes ahora, verdad?, ¡Oh! Perdone, ¡Pero dónde son mis modales!, por favor pase, ¡Adelante, adelante!-.

Todo el mundo estaba enamorado de Aglaya Semionovna, tal vez fuera el brillo eterno en sus ojos, o el que fuera tan preciosa y tan bonita, tan cándida e inocente, tan jovial y amistosa, o tal
vez fuera por todo a la vez. Lo cierto es que al verla, todos los corazones se empequeñecían por vergüenza, por no ser dignos de sus atenciones y al mismo tiempo los ensanchaba, pues cualquier contacto con ella era revitalizador, sanador, era la más hermosa flor del jardín del edén. Y aún sabiéndolo, no era en absoluto pretenciosa, sino que realmente sentía no ser merecedora de atención alguna, lo que aún ensalzaba más su belleza.

-Gracias Aglaya, Ani está bien. Te manda recuerdos, siempre le caíste en gracia. Y por favor, llámeme Dan que ya son muchos años- mientras se quitaba el abrigo preguntó por su madre- ¿Y bien, dónde está mi madre?

lunes, 26 de enero de 2009

DANIIL LUDOVITCHENKO Y ANIUSKA VEGOFF

Daniil y Aniuska son pareja desde hace cinco años.

Daniil es el mayor de los hermanos Ludovicos, un joven apuesto de veinticinco años de edad, alto y de complexión fuerte. Dócil y tranquilo a su vez. Y por desgracia para él, dúctil y maleable, y esto Aniuska lo sabe muy bien y lo explota de maravilla. Solo tiene una afición, que es jugar al fútbol así que un día a la semana se reúne con su equipo para jugar la liga. Daniil de momento no va más allá de lo que su novia le permite. Es un siervo. Estudioso y buena persona, de naturaleza práctica, piensa con las manos y si se rompe algo o hay algún problema en casa, sabe cómo solucionarlo. La única pega es que de tan buena persona que quiere ser se convierte en un auténtico calzonazos pasando a estar moralmente dominado por todas las mujeres que le rodean, su madre y sobretodo su novia le tienen sentimentalmente preso. Ésta, y que está muerto por dentro son las pegas, no tiene ambición alguna, solamente va tirando. No hay nada más llano que un hombre dedicado a satisfacer a su novia, pues si se le da poder a la mujer, la voluntad del hombre desaparece, y es ella quién decide y piensa por él. Daniil hoy por hoy se encuentra en esta encrucijada, lleva mucho tiempo dentro del hoyo así que el hecho de salir no lo debe ni contemplar ya que de tan hondo que se encuentra no debe haber ni un resquicio de luz. Daniil no es un creador, le es difícil imaginar, así que le costará salir. En este sentido es diametralmente opuesto a su hermano Mijaíl.

Pero no hay hombre más peligroso que el que ansía libertad, y pongo la mano en el fuego que aunque no lo exteriorice, está inquieto, que sabe que hay algo más, si algún día es capaz de ver mundo más allá de estas arpías, deberemos temer la forma en que romperá los grilletes, la explosión de alguien como Daniil estará a eones de años luz de cualquiera, pues no hay mayor golpe para el hombre que darse cuenta de cómo perdió el tiempo con anterioridad, de tal manera que todo lo que había contraído hasta el momento, rebotará despidiendo tanta energía que las reacciones serán incontrolables e inimaginables.

Aniuska viene de una familia política en un pueblo pequeño del oeste, todos amantes de la música y el arte. Pero es una mujer malvada, una bruja, una arpía. Está desde hace cinco años pudriendo a Daniil. Envenenándole poco a poco. Estudió mucho cuando le tocaba, tiene dos carreras y toca el piano a la perfección, actualmente da clases a niños pequeños en la escuela municipal, pero pese a haber estudiado y leído mucho, le falta comprensión, le falta espiritualidad, es una chica depresiva, demasiado depresiva. A veces se pasa noches enteras llorando simplemente porque Daniil llegó tarde a la cita o no le contestó al teléfono. La vieja es la proyección de lo que será ella en el futuro. Se medica con tranquilizantes, cuyas dosis tumbarían al semental más bravo. Daniil siempre fue muy tímido y se conformó con la primera chica que le hizo caso, pues Aniuska no es una beldad por la que morir ni por la que matar. De hecho es todo lo contrario. Es bajita, regordeta y feucha, lo que aún dificulta más comprender cómo es posible que influya tanto en su novio.

Es mujer de carácter marcado y tiene clarísimo como hacer su vida, de pequeña soñaba con su príncipe azul y sus amigas inseparables, apuntaba demasiado alto siempre, así que es normal que se haya frustrado más de una vez. Pero la depresión es símbolo de que en vez de aprender sigue viviendo en su pequeño mundo de fantasía, e intenta que todo lo que le rodee salga tal y como lo había planeado anteriormente. Tiene dos caras. Lo que le produce más ataques de ansiedad y episodios depresivos los cuales debe soslayarlos Daniil mediante una infinita paciencia. Como toda buena mujer tiene ciertos retazos de falsedad que le han originado más de un problema con la familia de su novio, los Ludovicos.

Viven juntos en un piso cedido por los abuelos, pero Aniuska quiere más, echada en el diván ya ha hecho las cuentas, y sabe que si la Gran matriarca muere, le tocaran cerca de siete pisos como herencia a su Daniil, y por extensión a ella.

-¡Ay mi amor! No me encuentro nada bien…-.

-Que te ocurre princesa-.

- Llevo unos días pensando. Sé que lo hemos hablado muchas veces y siempre me dices que debemos esperar pero ¿Te imaginas lo que sería disponer de los pisos ahora?, ¡Yo sí!, ¡Y te aseguro que seríamos tan felices! La semana pasada estuve mirando una casita fuera de la ciudad, tiene jardín y piscina, es preciosa. Con los pisos nos la podríamos pagar y seguir viviendo bien con las rentas, mis clases y tu trabajo, es una oportunidad ideal, me dijeron que había otra pareja interesada ¡Y me sorprende que solo haya unos posibles compradores! De hecho me sorprende que aún esté en venta, pero nos caímos bien con el vendedor y me dio una semana para que le diera el sí ¡Nos la está guardando, pero no será eterno! Es lo que estábamos esperando, por favor dime que hablarás con los abuelos, por favor, por favor-.

-Anni, ya sabes que tarde o temprano tendremos los pisos ¿Porque tienes tanta prisa? Hemos hablado millones de veces y sabes que hoy por hoy es imposible ¿Por qué sigues insistiendo?

-¡Cómo que porqué!, ¡Dan!, ¡Por los niños!, ¡Cuando me los darás eh!, ¡Nuestros hijos necesitan que seamos jóvenes, y además ¡Nosotros mismos los disfrutaremos más! No sabemos cuánto tiempo seguirá viviendo esa vieja chocha, la muy bruja seguro que nos entierra a todos, ¿No te das cuenta?, ¡Cómo vamos a tener a nuestros hijos mientras vivamos aquí!, ¡Dios Santo, me pones de los nervios!, ¡Reacciona!, ¡No tienen espacio!, ¡Necesitan una buena casa y unos padres que aún se aguanten los pedos!-.

-Muestra un poco más de respeto mi amor, aún es mi familia-.

-¡Será posible!, ¡Si nadie la soporta!, ¡Si hasta tú mismo la maldices! ¡Todos, todos tenéis motivos para desearle lo peor y me dices que no le falte al respeto! Tu abuelo el primero ¡Y tu madre y sus hermanos! Estos la enterrarían hoy mismo. ¿Qué me dices de Mijaíl, eh? Con lo egoísta que es, ¿Crees que no ha echado cuentas él? Y hasta Kirilenko podría estar interesado, ¡Y eso que sólo es un niño!, ¡Estoy harta de esperar Dan, debes plantarles cara y exponerles nuestra idea, admito que se portaron de maravilla dándonos este piso pero se nos está quedando pequeño. ¡Además!, ¡Seguro que tu abuela estará encantada de tener bisnietos!, ¡Propónselo mañana!, ¿De acuerdo? Venga que te voy a preparar la cena, tu mientras llama a tu casa y diles que irás mañana y que quieres hablar con los abuelos- Y saltando del diván y dándole un sonoro beso a su novio marchó dando saltos, cantando y silbando hacía la cocina.

Mientras Daniil quedó pensando cómo Diablos iba a pedirle, con qué cara se presentaría en casa y les reclamaría, lo que por otra parte, tarde o temprano será suyo.

jueves, 22 de enero de 2009

LA GRAN MATRIARCA Y MIJAÍL LUDOVICHENKO.

Es muy difícil, por no decir imposible hablar con la matriarca de la familia. Su condición hace que siempre se siente sola y abandona, con lo cual lo único que tiene en mente es lo desgraciada y engañada que ha sido por todos y cada uno de sus hijos, y como no, el villano más cruel que hay en la Tierra; su marido, quién está convencida que desea su muerte para así largarse con la secretaria, que es cincuenta años menor. Cree ser un estorbo, lo que no sabe es que en realidad lo es, para todos los miembros de la familia, ya que extiende su pena y malhumor.

El primer día que volví del despacho vino a mi casa:

-Hola nene, ¿Está tu madre?, ¿No? Bueno, dile que cuando vuelva venga a verme ¿Vale?-.

Sabía perfectamente que mi madre no era el motivo de su visita. Nunca dejará pasar una oportunidad de hablar, si tiene a alguien delante le vomitará encima todo lo que lleva pensando durante el día, así que ya me iba preparando.

-Ya se lo diré, abuela-.

-Muy bien, muy bien. Pues venga, ahora me voy-.

-Oye, antes de irme ¿Qué tal es la secretaria, es simpática?-.

Dios nos coja confesados pensé, ahora se me pondrá a llorar durante horas sin dejar de hablar de ella. Mierda.

Aún así le dije la verdad:

-Sí que es simpática sí, además es muy agradable y bonita-.

-Ya claro, como a todos los hombres, siempre una mujer joven os parece simpática. Pues no es tan simpática como dices, que sepas que conmigo no habla, cuando viene a casa que viene cada día, va directa al despacho de tu abuelo y a mí ni me mira. Bueno antes va con tu tío y hablan de los pisos, mis pisos, y se ríe. Siempre ríe como una tonta con el abuelo. Jejeje- la imita de manera burlesca- Eso es que su madre la gorda le dice que el señor tiene dinero y que se case con él, y a mí nunca me pregunta cómo me encuentro, sabe perfectamente que estoy malita y que me duele todo el cuerpo, que no saben si me tienen que volver a operar o no, que no puedo andar. Y nada, a nadie le importa. Tú como estás, ¿te duele? A mí un montón, no puedo moverme. Todo el mundo lo sabe y nadie me hace caso, tu madre por ejemplo está todo el día en el gimnasio y cuando viene a mi casa, va directa a hablar con el abuelo, ¡A mí que me den! Soy invisible para todos, y nunca he hecho nada malo, lo que pasa es que como mi marido es tan simpático, como sabe tantas cosas, es tan culto y es tan buena persona les engaña a todos ¡Pero conmigo no habla en todo el día! Me deja sola, yo soy mucho más buena persona que él. Es un rancio. Él se sienta en su sillón a leer y no me hace caso ¡Hace treinta años que no me da un beso!, ¡Que no me dice, Lolita, vamos a comer a un restaurante!, ¡Ni me trae flores! No me quiere y me siento tan sola. Tu padre sí que era un buen hombre, lo que pasa es que tenía mucho carácter y mi hija se cansó, pero tu padre siempre volvía pronto de trabajar para estar con vosotros, y llegaba y le iba a dar un beso a mi hija, pero ella se apartaba. Nunca sabrá lo que perdió, fue tonta, pero bueno hijo, la vida es así. Yo le quería mucho a tu padre y él también me tenía mucho aprecio. No como mi marido que siempre ha estado de viaje con las secretarias. No le importo nada. Ni a él ni a mis hijos- (tiene una facilidad la vieja de cambiar de tema y de volver luego a hablar de lo mismo acongojante, a veces parece que tenga razón y todo, hay veces que pienso que no está tan loca como quiere hacer ver).

-¿Pero sabes qué? Pues voy a decirte una cosa ¿Sabes qué es?, ¿No lo sabes ,eh? Que no les voy a dejar ni un piso, todo para la Iglesia, porque los pisos son míos sí, mi padre al morir, me dio un dinerito, y con mucho trabajo he ido ahorrando, ahorrando poco a poco, comprando un piso aquí, preocupándome de llamar a los paletas, a los lampistas, yendo a ver más pisos, arreglándolos ¿Y para qué? Nunca he salido, ni he hecho ningún viaje, siempre he estado ahorrando y preocupándome de la familia, estando en casa cuidando de mis hijos cuando eran pequeños y mira cómo me lo agradecen, ni me hablan, solo vienen a ver al abuelo. Pues el dinero es mío y no les voy a dejar nada. Solo a mis nietos, sí a vosotros sí que os quiero mucho, tú eres mi ahijado ¿Lo sabías? Sí, a ti te voy a dar un piso para cuando te cases, porque mis hijos son unos desagradecidos. Yo, que era muy joven, y tenía miedo, di a luz y cuide a ¡Cinco! Hijos, y mira, siempre discutiendo, yo que les he dado todo- (Las primeras lágrimas empezaban a asomar y yo iba a sufrir un colapso nervioso en breves momentos, siempre cuando se me pone a hablar me habla de lo mismo, una y otra vez, se pasa horas dando vueltas sobre lo mismo, es repetitiva hasta la saciedad, realmente no lo aguanto, son un par de horas cada día del año, y venga a hablar y hablar, entonces te encuentras sin poder hacer nada, no escucha, no entiende, solo despotrica y se auto compadece de su penosa existencia. Y toca tragar, tener que aguantarle me produce impulsos homicidas, urticarias, y me siento mal porque es mi abuela, forma parte de la familia y matar desde siempre me han dicho que es un acto abominable, y hasta está penado por ley, pero no puedo contener mi mente, un hombre aunque esté encerrado, es libre de espíritu, en la dimensión mental todo está permitido, todo puede suceder y es incontrolable, y mientras ella habla y habla me voy enojando más, no puedo pensar en otra cosa, creo que es un piojo, que es alguien que el mundo no echaría en falta, y es más, mejoraría, es despreciable. Yo he tenido motivos para quejarme pero nunca, nunca en mi vida haré de mis desgracias una atracción de feria, y por supuesto nunca usaré mi condición de superioridad para cargar contra los que están moralmente en deuda conmigo. Ella hace todo lo contrario, al ser la Gran Matriarca manda sobre todas las generaciones que siguen, y utiliza esto para dar pena y hacer sentir culpable a todo el mundo, se queja desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche que es cuando se va a dormir, está todo el día y todos los días del año igual, cosa que no soporto, la aborrezco y me enciende, soy ya no solo un mal cristiano, sino que también una mala persona cuando estoy con ella) - Y sin madre, ¡Ay! Murió cuando yo era muy joven. ¡Mamá!, ¡Mamá!- (Ya está haciendo pucheros, al hablar de su madre el llanto es inevitable, tiene la mentalidad de un niño pequeño) - ¡Me quedé sola!, ¡Sola porque mi hermana mayor estaba en Sevilla!, ¡Y mi marido de viajes y reuniones, y yo en casa!, ¡Ay, qué pena, qué pena! Era muy joven y les di todo lo que querían, a mis hijos. Sufrí mucho porque a tu abuelo le encantan las mujeres, y cuando los niños estaban enfermos, era yo quien los cuidaba no su padre. Y ahora están esperando a que me muera para ser felices con el Papá-.

jueves, 15 de enero de 2009

El Sordo

El día empezó como cualquier otro para él, aunque por fortuna ya era viernes, salió de la cama con un beso a su amada. Y a su mujer también. Iba rezando:

-¡Ay si pudiera quedarme aquí todo el día,
tumbado sin hacer nada, que feliz sería! Te juro que uno de estos días no habrá quién me levante-.

-¿Qué dices cariño?- respondía la mujer soñolienta.

-Nada, nada. Estoy harto de ir a trabajar, que me encantaría quedarme contigo-.

-Quédate, si en realidad no tienes que ir…-.

Pero el deber le llamaba, había que ir a ganarse el pan, y después de su pequeño ritual de aseo y provisionamiento de cada mañana, ya estaba en el coche listo para ir a la oficina.

Debido a sus crecientes problemas de audición nunca se ponía la radio en el car y transcurría el viaje sumido en sí mismo, cabe decir que hablamos de un hombre tranquilo, parsimonioso, un hombre que sabe apreciar el silencio.

Veinte minutos después llegaba a su oficina:

-Hola Francisco –saludaba uno de sus compañeros.

-Que Francis, ¿No tienes bastante? Oye en serio, no creo que debieras estar aquí…- decía el otro.

-Sí, sí. Ya voy ¿Es que uno no puede tomarse un café tranquilo?

-Yo sólo decía que…-.

-¡Ay qué juventud! Lo quiere todo al instante, ¡Ya voy!, ¡Ya voy! De todos modos hasta dentro de un rato no tengo que hablar con nadie-.

-No sabía que hubierais quedado, en ese caso buena suerte-.

Y se dirigió a su cubilete a empezar su tarea. Mal lograda pues consistía en hablar con proveedores y clientes. Hacía cosa de dos años que empezó su sordera y últimamente se había acrecentado con lo que iban empeorando las negociaciones y los tratos. Él seguía tranquilo.

-¡Sr. Gutiérrez!, ¡Otra vez por aquí!, ¡Qué demonios es lo que hace!-.

-¡Hombre! Nada, lo de cada día-.

-¡Le espero en mi despacho dentro de quince minutos!-.

-¡Como guste!-.

Así que después de la primera llamada de negocios del día, se presentó sin más demora y con una ancha sonrisa en el despacho de su superior.

-Francisco, siéntese ¿Se encuentra usted bien?-.

-Perfectamente señor, gracias-.

-No, no me las de-.

-…¿Quería verme?...-.

Con esta inocente pregunta se efectuó un cambio visiblemente radical y agresivo en el cuerpo y alma del señor Vallcorba. Y gritóle:

-¡No!, ¡No quiero ni quería verle!, ¡Señor, cómo se puede ser tan absurdo!, ¡Ése es el problema!, ¡Cómo hacer para que lo entienda!, ¡Llevo toda la semana diciéndoselo y usted hace caso omiso de todo!-.

-¡Oiga!- Alzó la voz Francisco - No le permito que me hable así, en ningún momento le he faltado yo al respeto. No tengo porque aguantar estas impertinencias- .

Se enrojeció mientras se levantaba de la silla con intención de irse de la sala, pero que Francisco se acelerara, produjo un efecto sedante en el señor Vallcorba hasta el punto en que se puso a reír a carcajadas.

-Señor, si no es más explícito y normal en su comportamiento me será imposible entenderle- Arguyó perplejo Francisco.

-No amigo no, lo que pasa es que es usted más listo que el mismísimo Diablo- y mientras empezaba el discurso se levantó de su sillón y rodeo una y otra vez la habitación, apoyándose en el respaldo del sr. Gutiérrez, mirando por la ventana, haciendo girar la bola del mundo…- claro que me entiende, lo leo en sus ojos, ambos sabemos porque está aquí y la verdad es que me impresiona, si realmente de mí dependiera le digo que se quedaría conmigo toda la vida, lo que usted hace denota un gran sentido del humor, ¡Jajaja! Se puede decir que en esta semana le he conocido mucho más a fondo que en los escasos años que llevo siendo su jefe, podríamos ser amigos incluso ¡Maldito embustero, usted se las sabe todas! ¡Perro viejo, usted está loco! Pero por favor… No me lo haga más difícil, ya no se cómo decírselo y verle por aquí todos los días… Desde el lunes que le persigo repitiéndoselo, el lunes nada más llegar, el martes a la hora de comer, el miércoles cuando ya me iba, ¡Ayer se lo dije tres veces! Y usted me responde con sin sentidos: que si ya se lo daré, que si no se preocupe, estoy trabajando en ello, que si antes que acabe la semana me quedaré satisfecho, que si esta semana estoy especialmente pesado… Compréndalo, no soy yo el responsable, pero me toca hacérselo saber, así que por favor, entiéndalo: Queda d-e-s-p-e-d-i-d-o-.

-¡No puede ser!, ¡Era eso! Sé que los negocios, negocios son ¿¡¿Pero tanto jaleo es capaz de armar usted por esto?!?, ¡No se preocupe!, ¡Jajaja! No erraba cuándo le decía que sí que estaba pesado, entienda que bajo presión es más incómodo trabajar, pero no se preocupe, ya le dije que quedaría contento con el resultado- Y sacándose una hoja doblada del bolsillo del jersey dijóle- ¡Aquí tiene el maldito pe-di-do leche! Y con un cinco por ciento de descuento, con el beneficio anual que conlleva así que, ¡Ale! Y deje de incordiar hombre, ¡Hasta la semana que viene!-.
Y con una sonrisa de satisfacción mayor que con la que entró en el despacho, fue hacia su cubilete, y reanudó sus tareas.