jueves, 22 de enero de 2009

LA GRAN MATRIARCA Y MIJAÍL LUDOVICHENKO.

Es muy difícil, por no decir imposible hablar con la matriarca de la familia. Su condición hace que siempre se siente sola y abandona, con lo cual lo único que tiene en mente es lo desgraciada y engañada que ha sido por todos y cada uno de sus hijos, y como no, el villano más cruel que hay en la Tierra; su marido, quién está convencida que desea su muerte para así largarse con la secretaria, que es cincuenta años menor. Cree ser un estorbo, lo que no sabe es que en realidad lo es, para todos los miembros de la familia, ya que extiende su pena y malhumor.

El primer día que volví del despacho vino a mi casa:

-Hola nene, ¿Está tu madre?, ¿No? Bueno, dile que cuando vuelva venga a verme ¿Vale?-.

Sabía perfectamente que mi madre no era el motivo de su visita. Nunca dejará pasar una oportunidad de hablar, si tiene a alguien delante le vomitará encima todo lo que lleva pensando durante el día, así que ya me iba preparando.

-Ya se lo diré, abuela-.

-Muy bien, muy bien. Pues venga, ahora me voy-.

-Oye, antes de irme ¿Qué tal es la secretaria, es simpática?-.

Dios nos coja confesados pensé, ahora se me pondrá a llorar durante horas sin dejar de hablar de ella. Mierda.

Aún así le dije la verdad:

-Sí que es simpática sí, además es muy agradable y bonita-.

-Ya claro, como a todos los hombres, siempre una mujer joven os parece simpática. Pues no es tan simpática como dices, que sepas que conmigo no habla, cuando viene a casa que viene cada día, va directa al despacho de tu abuelo y a mí ni me mira. Bueno antes va con tu tío y hablan de los pisos, mis pisos, y se ríe. Siempre ríe como una tonta con el abuelo. Jejeje- la imita de manera burlesca- Eso es que su madre la gorda le dice que el señor tiene dinero y que se case con él, y a mí nunca me pregunta cómo me encuentro, sabe perfectamente que estoy malita y que me duele todo el cuerpo, que no saben si me tienen que volver a operar o no, que no puedo andar. Y nada, a nadie le importa. Tú como estás, ¿te duele? A mí un montón, no puedo moverme. Todo el mundo lo sabe y nadie me hace caso, tu madre por ejemplo está todo el día en el gimnasio y cuando viene a mi casa, va directa a hablar con el abuelo, ¡A mí que me den! Soy invisible para todos, y nunca he hecho nada malo, lo que pasa es que como mi marido es tan simpático, como sabe tantas cosas, es tan culto y es tan buena persona les engaña a todos ¡Pero conmigo no habla en todo el día! Me deja sola, yo soy mucho más buena persona que él. Es un rancio. Él se sienta en su sillón a leer y no me hace caso ¡Hace treinta años que no me da un beso!, ¡Que no me dice, Lolita, vamos a comer a un restaurante!, ¡Ni me trae flores! No me quiere y me siento tan sola. Tu padre sí que era un buen hombre, lo que pasa es que tenía mucho carácter y mi hija se cansó, pero tu padre siempre volvía pronto de trabajar para estar con vosotros, y llegaba y le iba a dar un beso a mi hija, pero ella se apartaba. Nunca sabrá lo que perdió, fue tonta, pero bueno hijo, la vida es así. Yo le quería mucho a tu padre y él también me tenía mucho aprecio. No como mi marido que siempre ha estado de viaje con las secretarias. No le importo nada. Ni a él ni a mis hijos- (tiene una facilidad la vieja de cambiar de tema y de volver luego a hablar de lo mismo acongojante, a veces parece que tenga razón y todo, hay veces que pienso que no está tan loca como quiere hacer ver).

-¿Pero sabes qué? Pues voy a decirte una cosa ¿Sabes qué es?, ¿No lo sabes ,eh? Que no les voy a dejar ni un piso, todo para la Iglesia, porque los pisos son míos sí, mi padre al morir, me dio un dinerito, y con mucho trabajo he ido ahorrando, ahorrando poco a poco, comprando un piso aquí, preocupándome de llamar a los paletas, a los lampistas, yendo a ver más pisos, arreglándolos ¿Y para qué? Nunca he salido, ni he hecho ningún viaje, siempre he estado ahorrando y preocupándome de la familia, estando en casa cuidando de mis hijos cuando eran pequeños y mira cómo me lo agradecen, ni me hablan, solo vienen a ver al abuelo. Pues el dinero es mío y no les voy a dejar nada. Solo a mis nietos, sí a vosotros sí que os quiero mucho, tú eres mi ahijado ¿Lo sabías? Sí, a ti te voy a dar un piso para cuando te cases, porque mis hijos son unos desagradecidos. Yo, que era muy joven, y tenía miedo, di a luz y cuide a ¡Cinco! Hijos, y mira, siempre discutiendo, yo que les he dado todo- (Las primeras lágrimas empezaban a asomar y yo iba a sufrir un colapso nervioso en breves momentos, siempre cuando se me pone a hablar me habla de lo mismo, una y otra vez, se pasa horas dando vueltas sobre lo mismo, es repetitiva hasta la saciedad, realmente no lo aguanto, son un par de horas cada día del año, y venga a hablar y hablar, entonces te encuentras sin poder hacer nada, no escucha, no entiende, solo despotrica y se auto compadece de su penosa existencia. Y toca tragar, tener que aguantarle me produce impulsos homicidas, urticarias, y me siento mal porque es mi abuela, forma parte de la familia y matar desde siempre me han dicho que es un acto abominable, y hasta está penado por ley, pero no puedo contener mi mente, un hombre aunque esté encerrado, es libre de espíritu, en la dimensión mental todo está permitido, todo puede suceder y es incontrolable, y mientras ella habla y habla me voy enojando más, no puedo pensar en otra cosa, creo que es un piojo, que es alguien que el mundo no echaría en falta, y es más, mejoraría, es despreciable. Yo he tenido motivos para quejarme pero nunca, nunca en mi vida haré de mis desgracias una atracción de feria, y por supuesto nunca usaré mi condición de superioridad para cargar contra los que están moralmente en deuda conmigo. Ella hace todo lo contrario, al ser la Gran Matriarca manda sobre todas las generaciones que siguen, y utiliza esto para dar pena y hacer sentir culpable a todo el mundo, se queja desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche que es cuando se va a dormir, está todo el día y todos los días del año igual, cosa que no soporto, la aborrezco y me enciende, soy ya no solo un mal cristiano, sino que también una mala persona cuando estoy con ella) - Y sin madre, ¡Ay! Murió cuando yo era muy joven. ¡Mamá!, ¡Mamá!- (Ya está haciendo pucheros, al hablar de su madre el llanto es inevitable, tiene la mentalidad de un niño pequeño) - ¡Me quedé sola!, ¡Sola porque mi hermana mayor estaba en Sevilla!, ¡Y mi marido de viajes y reuniones, y yo en casa!, ¡Ay, qué pena, qué pena! Era muy joven y les di todo lo que querían, a mis hijos. Sufrí mucho porque a tu abuelo le encantan las mujeres, y cuando los niños estaban enfermos, era yo quien los cuidaba no su padre. Y ahora están esperando a que me muera para ser felices con el Papá-.

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